Una experiencia: Sin nada que decir, la energía transmite


 Tras escuchar el timbre de la casa donde resido, abrí la puerta. Allí había un chico, que ejercía como vendedor, e intentaba que me suscribiera a una revista, para que así comprara libros a través de la editorial que en ese momento representaba. Tras escuchar lo que ofrecía, le invité a pasar a la casa donde habito, siempre y cuando, no intentará venderme lo que ofrecía, pues ya le había dejado claro que podía pasar si quería charlar y compartir, pero que no iba a comprar nada. Esto fue dicho con tranquilidad pero con una firmeza, que, utilizando palabras mencionadas en otros textos, fue como si le hubiera dicho a su ser interior que permaneciera tranquilo, y eso hizo que su muñeco, su forma física, se comunicará sin miedo, sin intención de vender y sin intención de convencer.

No surge mantener una conversación con las intenciones de convencer y de vender. Es momento, de que las conversaciones surjan de forma natural.

El chico pasó, y habiéndonos sentado y teniendo claro que no iba a vender lo que ofrecía, comenzamos a charlar. Ahí surgió, una conversación, con transparencia, sin miedo, y sin intenciones.

            Surgieron varios temas.

            Comentó que estaba en tiempo de prueba para ese trabajo. Manifestó las dudas sobre su valía para la venta; y ya sin tapujos y en confianza, confesó algo, terminando con la observación de que si sus supervisores le oyeran, sin duda no tendría ese trabajo.

Compartió el hecho de que una de sus amigas iba a irse a la India, con la intención de aprender el idioma “Hindi” y de involucrarse en la meditación.

Preguntó si leía con asiduidad, y le dije que ya no leía nada.

En algún momento, surgió el tema del porque, por voluntad propia, no trabajo.

También preguntó cuánto tiempo llevaba viviendo en la zona, y realizó algunas preguntas sobre el pueblo, por lo que surgió el tema de que no suelo salir con frecuencia, y que suelo estar en silencio y soledad, aunque no haya sensación de soledad en el interior. Interesado, preguntó que pasaba con la vida social. Contestándole, le dije que al practicar una vida sencilla, contemplativa, o como se quiera definir, se va perdiendo el contacto con la mayoría de las personas, porque ya no hay involucración ni interés en lo que generalmente se considera importante, pero que aún así, hay contacto con personas que conozco hace tiempo.

También surgió el tema de la armonía de la vida contemplativa que practico. Él, añadió, que le gustaría vivir de forma contemplativa, a lo que surgió decirle que para eso, hay que estar preparado, porque para la mente, esa forma de vida es incomprensible.

Tras comentar que suele estar confuso y que él también quería vivir en armonía, preguntó si le podía decir algo de cómo hacerlo.

“No tengo nada que decirte, porque analizarías e intentarías entender, y lo importante es tu propia experiencia” surgió decir. Y a continuación, le ofrecí, si estaba interesado, unos libros en forma de herramientas, aclarando que su lectura ha servido a algunos de sus lectores y a otros no, y que aquello que le aportasen o para lo que le sirviera, era cosa suya.

Como tenía interés, le traje los libros, y los puse en frente suya, encima de la mesa. Uno de ellos es el libro titulado “Viaje a la Divinidad-Muerte en vida” y el otro libro se titula “Perspectivas”.

Realizó alguna pregunta sobre su contenido, y tras contestar, le dije que son unas herramientas que invitan a la propia trascendencia de las herramientas, porque no es necesario viajar a la India, ni meditar, ni leer.

“Puede parecer contradictorio que una herramienta te trasmita que no son necesarias las herramientas, pero son libros que no invitan a dar su contenido por cierto, sino a experimentarlo, y a no originar apego hacia ellos”. – añadí.

Le comenté que si no estaba interesado podía dejarlos, que no había ni ofensa ni ofendidos, pero tenía interés, una parte de él le hacía escuchar con atención. Preguntó si tenía que pagar algo por ellos o que si había que hacerlo, pero era un obsequio. Curiosamente, por lo que percibí, el vendedor se hubiera trasformado en comprador con facilidad. Además, le comenté que ambos libros se pueden leer a través de Internet.

Agradecido, tanto por los libros como por haber experimentado un cambio de ánimo, según manifestó, comentó que si podía ponerse en contacto en alguna ocasión.

      

            Sin necesidad de contestar preguntas, conversando sobre cualquier tema, la misma energía hace experimentar cuando así ha de ser. Porque, cuando no hay búsqueda alguna, ni pregunta alguna, no significa que haya respuestas, el silencio es una enriquecedora respuesta; porque, no hay que esforzarse en contestar preguntas, porque nada hay que conseguir, y lo que trasmite es el silencio que envuelve a las palabras, cuando éstas fluyen en forma de comunicación, pero nunca han de ser pronunciadas si no surgen de forma natural. Cuando no hay identificación con ningún rol, no se intenta enseñar, la energía actúa.

Todo surge con Naturalidad, deja que la vida fluya, deja que la energía trasmita. No intentes comprender. Sólo, permanece tranquilo.